LAS SUPERSTICIONES DE MI ABUELA

Todos los primeros de enero recuerdo a mi abuela Wenceslaa, más conocida como abuela Uve. No es que el resto de días del año no me acuerde de ella, o de mis otros abuelos. Pero el día uno de enero encierra, una costumbre que yo tacharía más bien de superstición familiar. No puede decirse que mi abuela fuera una persona supersticiosa, pero si es cierto, que en relación a dos asuntos muy concretos mantenía una postura tanto irracional que sostuvo hasta el fin de sus días.

La primera de estas extrañas costumbres, se refería al pan. Nunca pudo soportar ver el pan encima de la mesa, colocado boca abajo. Le daban los siete males, uno detrás de otro. “¡Ay Dios mío, el pan boca abajo! ¡qué haces!", gritaba escandalizada. Y yo, me asustaba tanto, que me faltaba tiempo para poner el pan en perfecto orden. Tampoco podías girar el pan, ni jugar con él. Yo creo que este comportamiento, se debía al respeto por los alimentos que la carestía y las necesidades dejaron en más de una generación de españoles (y foráneos). A día de hoy, no puedo ver un pan mal colocado sobre la mesa, y mucho menos puedo juguetear con un bollo, es algo superior a mis fuerzas.

La segunda de las extrañezas que me inculcó mi abuela fue respecto al día 1 de enero de cualquier año. Ella pensaba, que lo que hicieras ese día era lo que ibas a hacer el resto del año, vamos que tus acciones del primer día del año te condenaban a repetirte durante 364 más (365 si el año era bisiesto). Por eso, mi abuela, no cocinaba, ni fregaba, ni planchaba, ni cosía, ni hacía ninguna de las labores del hogar ese día. Se dedicaba a disfrutar de los paseos, de su familia, con la vana esperanza (supongo), de poder hacer lo mismo el resto del año. Bien es cierto que el día dos ya no le quedaba más remedio que volver a la cruda realidad, y retomar sus labores de ama de casa, pero al menos por un día se libraba de cualquier tarea fastidiosa.

No sé si mi abuela estaba en lo cierto o no, pero yo trato de evitar cualquier actividad no grata el día uno de enero con idéntico espíritu. Ya que no ha ganado en la lotería me gustaría, al menos durante un año hacer sólo cosas que me agraden. Ya he dado de comer a mis niñas, las he limpiado, y he jugado con ellas, lamento mucho no poder salir de paseo con ellas, pero hace mucho frío, y están constipadas. Pequé poniendo una lavadora, pero pienso enmendarme, he leído unos capítulos de “Nieve”, de Orhan Pamuk, y ahora estoy escribiendo. ¿Puedo pedir más? Sí, 364 días parecidos.

Abuela, estés donde estés te quiero mucho y te extraño. Feliz año nuevo.

No hay comentarios: