PATOS, PALOMAS Y CAROLINA.


Hoy hemos ido al parque de Castelar, uno de los más bonitos de Badajoz. Si no me equivoco, lo diseñó un jardinero llamado Juan Nogré Rauch. El suelo es de albero, tiene árboles de muchas variedades, pero reconozco, que mi escasez de conocimientos botánicos sólo me permite identificar las enormes palmeras que lo pueblan.
Dentro del parque, hay un pequeño estanque, presidido por Carolina Coronado, poetisa extremeña del siglo XIX. La de Carolina es, posiblemente la estatua mejor acompañada de las de esta ciudad, siempre rodeada de patos, palomas, y algún pavo real. Todos atraen a los niños, que acuden a diario a darles de comer. Si yo fuera Carolina, si estuviera viva, estaría encantada de verme en tan ruidosa y hambrienta compañía. Ruidosos animales y niños, hambrientos, normalmente los primeros, que acuden a la llamada del arroz, los gusanitos, y el pan duro de forma inmediata. Eso sí, a costa de su tranquilidad, especialmente de las palomas, que cuando salen del estanque, se ven perseguidas por los "tiernos" infantes, que levantan los brazos, patean fuerte, les gritan "¡Eh, Eh!". Yo creo que deben tener el colesterol por las nubes (una dieta a base de gusanitos, no me parece adecuada), y el estrés a punto de provocarles una úlcera.
Las gemelas no van a ser menos, el ser un cafre no está reñido con la edad. Mostraron su entusiasmo nada más aproximarse al parte, y en cuanto las bajamos del carro y les colocamos las oportunas sujeciones, empezaron a correr como alma que lleva el diablo. Patricia, incluso se subió a los barrotes que rodean el estanque solita. Cuando me dí cuenta esta agarrada chillándole a un pato para que viniera. Luego, como los demás niños que no tienen miedo a las palomas (los hay más prudentes), se han dedicado a perseguir a las palomas sin cuartel. Se ponían en medio de un grupo de 20 o 25 y las espantaban, los pobres bichos echaban a volar, y apenas si podían comer algo. Así una y otra vez. Por primera vez se han embarrado los zapatos, y ensuciado los pantalones de tierra (las niñas no las palomas). Estoy satisfecha, ellas están felices y echando una merecida siesta.
Carolina, quedó acompañada de poesía, animales, niños, padres, abuelos, pan, arroz, gusanitos, árboles, y mucho entusiasmo. ¡Hasta mañana!

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