Creo que no he hablado nunca de cómo solucionamos el cuidado diario de las gemelas, lo que no deja de ser un grave error, vista la altura de partido en que me encuentro. Tratando de solucionar tamaña omisión, paso a desmenuzar brevemente lo que sucedió desde que nacieron.
Cuando Julia y Patricia tenían casi cuatro meses me incorporé al trabajo de forma parcial, y así continúo a día de hoy. Reduje a mi propia costa (como todas) mi jornada laboral, y sólo acudo a trabajar por la mañana. También cambié el tipo de trabajo que hacía y ahora me dedico sobre todo al hacer escritos (levantamiento de papel que le decimos), entre otras cosas, porque cuando hay malas rachas de sueño, de esas que duermes tres horas (no seguidas) durante no sé ni cuantos días, mi cabeza no da de sí. Todo esto ha supuesto un evidente retroceso laboral, pero en fin, cuando uno se decide a hacer algo, tiene que apechugar con las consecuencias.
Por las tardes, yo cuido a las niñas, aunque muchas tardes (no todas) mi madre me acompaña, y ayuda.
Queda pendiente el tema matutino ¿qué sucedió?. Pues bien, hemos de partir de que excluimos la posibilidad de acudir a guardería, porque para que negarlo, los niños comparten chupetes, virus, y de todo lo que toque (y a mi me parece bien), y en consecuencia, mientras se inmunizan y no, debe ser una etapa terrible para los padres. Peor, si tienes dos bebés prematuros, que se pegan todo la una a la otra. Vaya, que pensamos que no era lo más adecuado para ellas. Puede que no tengamos razón, pero esa fue nuestra decisión. Por eso, nos pusimos a buscar una chica que las cuidara a las dos, pero cuando venían a casa, las miraban, estaban un par de minutos, y apenas si nos daba tiempo a hablar del salario, porque a todas les parecía mucha carga. Alguna hubo que no pensó que fuera mucha tarea, pero era tan irresponsable, que la que se echó para atrás fui yo. Así nos fuimos quedando sin recursos, y acabamos acudiendo a los tan sufridos abuelos.
Los abuelos, esos seres mitológicos, llenos de fuerza y ganas de hacer cosas, todavía moran con excelente salud entre nosotros. Los cuatro tenían ganas de nietas, y desde luego han de estar saciados. Se organizaron de tal modo, que una pareja viene los lunes y miércoles, y la otra los martes y jueves, "cargando" con los churumbeles de forma alternativa los viernes. El resultado no puede ser mejor, ellos disfrutan de las niñas, las niñas lo pasan como los indios con ellos, y nosotros estamos tranquilos sabiendo que están en una manos inmejorables. Cuando van de excursión con el Inserso, se queda de guardia la otra pareja de abuelos, y así pueden disfrutar de sus merecidas vacaciones, y tiempo libre.
A mi no deja de parecerme un abuso, por nuestra parte, y probablemente este año podríamos llevarlas a una guardería, pero se les ve tan contentos a todos, que me da pena cambiar. Así parece que vamos a continuar por la misma senda hasta los tres años, momento en que nos incorporemos al colegio. Luego... ya cruzaremos el puente.
Como puede verse, mis padres y suegros, se han convertido en mis pies y manos, sin su ayuda no podría hacer muchas cosas. ¡Gracias a los abuelos! Gracias a todos los que desinteresadamente nos ayudan. Otra figura más a la que hacer un monumento. Los abuelos.
Cuando Julia y Patricia tenían casi cuatro meses me incorporé al trabajo de forma parcial, y así continúo a día de hoy. Reduje a mi propia costa (como todas) mi jornada laboral, y sólo acudo a trabajar por la mañana. También cambié el tipo de trabajo que hacía y ahora me dedico sobre todo al hacer escritos (levantamiento de papel que le decimos), entre otras cosas, porque cuando hay malas rachas de sueño, de esas que duermes tres horas (no seguidas) durante no sé ni cuantos días, mi cabeza no da de sí. Todo esto ha supuesto un evidente retroceso laboral, pero en fin, cuando uno se decide a hacer algo, tiene que apechugar con las consecuencias.
Por las tardes, yo cuido a las niñas, aunque muchas tardes (no todas) mi madre me acompaña, y ayuda.
Queda pendiente el tema matutino ¿qué sucedió?. Pues bien, hemos de partir de que excluimos la posibilidad de acudir a guardería, porque para que negarlo, los niños comparten chupetes, virus, y de todo lo que toque (y a mi me parece bien), y en consecuencia, mientras se inmunizan y no, debe ser una etapa terrible para los padres. Peor, si tienes dos bebés prematuros, que se pegan todo la una a la otra. Vaya, que pensamos que no era lo más adecuado para ellas. Puede que no tengamos razón, pero esa fue nuestra decisión. Por eso, nos pusimos a buscar una chica que las cuidara a las dos, pero cuando venían a casa, las miraban, estaban un par de minutos, y apenas si nos daba tiempo a hablar del salario, porque a todas les parecía mucha carga. Alguna hubo que no pensó que fuera mucha tarea, pero era tan irresponsable, que la que se echó para atrás fui yo. Así nos fuimos quedando sin recursos, y acabamos acudiendo a los tan sufridos abuelos.
Los abuelos, esos seres mitológicos, llenos de fuerza y ganas de hacer cosas, todavía moran con excelente salud entre nosotros. Los cuatro tenían ganas de nietas, y desde luego han de estar saciados. Se organizaron de tal modo, que una pareja viene los lunes y miércoles, y la otra los martes y jueves, "cargando" con los churumbeles de forma alternativa los viernes. El resultado no puede ser mejor, ellos disfrutan de las niñas, las niñas lo pasan como los indios con ellos, y nosotros estamos tranquilos sabiendo que están en una manos inmejorables. Cuando van de excursión con el Inserso, se queda de guardia la otra pareja de abuelos, y así pueden disfrutar de sus merecidas vacaciones, y tiempo libre.
A mi no deja de parecerme un abuso, por nuestra parte, y probablemente este año podríamos llevarlas a una guardería, pero se les ve tan contentos a todos, que me da pena cambiar. Así parece que vamos a continuar por la misma senda hasta los tres años, momento en que nos incorporemos al colegio. Luego... ya cruzaremos el puente.
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