Patricia salió de clase con un pedacito de papel de cocina en una mano y la mochila en otra. Me dio la mochila y me pidió un trozo de pan (como todos los días). Julia y Segun habían enfilado el camino de casa delante nuestra. Mientras nos despedíamos y ajustábamos bien el abrigo ella continuaba con su cachito de papel sujeto.
- ¿Por qué no lo tiras a la papelera?
- No. Me lo ha regalado Guille -su amigo- y huele a churros.
- Ahhh. Pues muy bien.
- Miriam (otra compañera) me quitó un trozo, pero yo no se lo quería dar porque huele a churros. Mira.
Me lo puso debajo de la nariz, y sí , olía a churros, es más, tenía textura de haber acogido algún churro (o algo aceitoso) en un momento incierto, pero a ella le gustan los churros y los regalos. Así fuimos buena parte del camino, ella con su pañuelo al viento y yo cargada con la mochila, el bolso y la bolsa con el pan.
Lamentablemente cuando nos íbamos acercando a casa, una malhada ráfaga de viento, arrastró su tesoro lejos de nosotros. Patricia quiso ir a recuperarlo pero no la dejé. Imagináosla persiguiendo un trozo de papel de cocina con olor a churro. La pobrecita se ha llevado un disgusto tremendo. Se le saltaban unos lagrimones de pena al perder el regalo de su amigo Guille y la insensible de su madre a punto de descacharrarse de la risa. Al final opté por prometerle que trataré de conseguir otro papel con olor a churros para que lo disfrute. Psss, Segun, te toca ir a comprarlos el sábado.
Sobre gustos y olores no hay nada escrito.
- ¿Por qué no lo tiras a la papelera?
- No. Me lo ha regalado Guille -su amigo- y huele a churros.
- Ahhh. Pues muy bien.
- Miriam (otra compañera) me quitó un trozo, pero yo no se lo quería dar porque huele a churros. Mira.
Me lo puso debajo de la nariz, y sí , olía a churros, es más, tenía textura de haber acogido algún churro (o algo aceitoso) en un momento incierto, pero a ella le gustan los churros y los regalos. Así fuimos buena parte del camino, ella con su pañuelo al viento y yo cargada con la mochila, el bolso y la bolsa con el pan.
Lamentablemente cuando nos íbamos acercando a casa, una malhada ráfaga de viento, arrastró su tesoro lejos de nosotros. Patricia quiso ir a recuperarlo pero no la dejé. Imagináosla persiguiendo un trozo de papel de cocina con olor a churro. La pobrecita se ha llevado un disgusto tremendo. Se le saltaban unos lagrimones de pena al perder el regalo de su amigo Guille y la insensible de su madre a punto de descacharrarse de la risa. Al final opté por prometerle que trataré de conseguir otro papel con olor a churros para que lo disfrute. Psss, Segun, te toca ir a comprarlos el sábado.
Sobre gustos y olores no hay nada escrito.