VACUNACIÓN (I)

El viernes pasado acudimos las tres al Centro de Salud a ponerles la vacuna de los 15 meses. Según el calendario de vacunaciones de la Junta de Extremadura, son las correspondientes a la triple vírica y meningitis C. No sé si volveremos a entrar allí, lo mismo han puesto una foto nuestra en la entrada para que se nos restrinja el paso (como a los ludópatas en los bingos), porque el espectáculo que dio mi niña Patricia fue de los que hacen historia, y es que la pobre no puede ver una bata blanca sin que se le ponga mal cuerpo, así que imaginaros lo que es acudir a que le pongan dos pinchazos. En una palabra: Épico.
Debo añadir que, fue muy estúpido por mi parte acudir sola con ellas dos, pero es que, en principio su padre (la otra mamma) iba a venir con nosotras. Luego las cosas se torcieron y me fui solita y sin chupetes. Llamé a mis padres, pero no les dije que iba sola a vacunarlas, sólo que trajeran algún chupe porque se me había olvidado, así que los pobres abuelos vinieron con toda la tranquilidad del mundo, pensando que estábamos más asistidas.
De cualquier forma, nos tocó esperar porque la enfermera se había ido a tomar el primer café de la mañana. Pero cuando llegó, ya se encargó Patricia de dar todo lo que pudo de sí para que fuera una experiencia inolvidable. Comenzó a llorar nada más ver la bata blanca que la mujer se ponía, y continuó in crescendo cuando trajeron los botes con la vacuna y las jeringuillas. Despertó a Julia, que dormía plácidamente en su silla, y que al no saber de que iba aquello, inició una campaña de llanto solidario. No se coomo conseguí desvestirla parcialmente, e inmovilizarla y le pusieron los dos pinchazos, uno en el brazo, otro en la pierna. Los sudores me caían por la frente y el cuerpo a pesar de estar en pleno mes de enero. La vestí, tampoco sé como lo hice, porque a mi los llantos a cierto número de decibelios, me debilitan la consciencia. Como pude, la despegué de mí, la senté en la silla, y cuando estaba repitiendo la fase previa a la tortura (entiéndase pinchazo) con Julia , entró mi madre en el despacho de la enfermera sin llamar siguiera (yo también tengo mamá, y muy guapa por cierto, más guapa que la de las gemelas), sacó a Patricia de la sillita, y se la llevó para que continuara llorando ante un grupo de espectadores, más comprensivos y agradecidos, liderados por ella misma y mi padre. Yo creo que la enfermera flipó cuando vio a una señora gordita de sesenta y pocos años entrar como una exhalación, coger a la niña y echar a volar.
La pobre Julia también lloró, que iba a hacer, era lo que tocaba. La pincharon, y cuando acabamos, mi madre volvió a entrar con Patricia en brazos, pensando que sólo habíamos pinchado a Julia. En ese momento la niña se le gateó por la chepa en un intento de fugarse. Lógico, pensaría otra vez me meten aquí, otra vez me pinchan ¡malditos bastardos!. Aclaré la situación con mi madre, que se disponía a desnudarla de nuevo, y le pedí que la sacara de allí rapido.
En fin, después de que anotaran las vacunas en el cuadro informativo,le pregunté a la enfermera que si le ponía la Prevenar (otra vacuna), el mes que viene, y la mujer me dijo que no, que mejor esperase a los 18 meses y se lo ponía todas juntas, cómo no vería el asunto.
Conseguí sacar el carrito de la consulta, y a las niñas y abuelos del Centro de Salud. Lloramos un poquitin más, les puse el chupete que habían traído mis padres, y nos encaminamos a la cafetería más cercana donde acabaron de tomarse su biberón matutino y .... sí, un paquete de Aspitos, que habían sufrido mucho. Pobres. Y es que este es un pequeño mal necesario.
Mi consejo para los que tengan más de uno: nunca, nunca, nunca, ir a un hospital solo y sin chupetes, jamás.

PD. Patricia, si decides hacerte médico cuando seas adulta, no me lo digas, porque te demando. Palabra.

SIETE SEMANAS

Esta mañana he releído algo que escribí durante mi embarazo. Me quedaban siete semanas de embarazo, y habían transcurrido cinco más o menos desde que nos intervinieron por la transfusión feto-fetal.
Me reconozco. Bajo una capa de presunta racionalización, soy yo: llena de contradicciones, miedos, escondiendo los llantos, y subastada a la emotividad que me inundaba. Es de las pocas cosas que escribí durante mi embarazo. No podía, no me permitía coger papel y lápiz. Tan sobrepasada estaba por las emociones.
Recuerdo la tensión que suponía ir a revisión cada cuatro o cinco días. Al tiempo que deseaba saber como iba todo, me angustiaba pensar que podía haber sucedido algo a las niñas y que me iban a dar una mala noticia. También recuerdo que quería tenerlas dentro de mi el mayor tiempo posible, pero ansiaba verlas cuanto antes. Contradicciones, dentro de una continua montaña rusa.
En ciertos aspectos, el embarazo se desenvolvió como algo traumático desde que me dieron la noticia de la transfusión feto-fetal. Después de intervenirme me dijeron que uno de mis bebés tenía muchas posibilidades de salir a delante, pero que del otro no podían asegurarme nada. Creo que no se lo dije a mi marido hasta que pasaron un par de días, no se si se lo diría su hermana, yo desde luego, no solté palabra, para mi fue un golpe tremendo. Recuerdo que inmediatamente después de la intervención contaba el tiempo que transcurría por horas, luego de seis en seis horas, calmándome cada vez que transcurría el tiempo que yo había marcado como unidad de medición. Al cabo de los días, eran estos los que tomaba en cuenta sintiendo un alivio tremendo cada vez que el sol se ponía y no me había puesto de parto. Cuando pasaron cuatro semanas desde la intervención, ya contaba tiempo de semana en semana. Así, poco a poco fui tranquilizándome. Todo pasó, pero a pesar del tiempo, algo se me quedó adherido a la piel. Una sensación de posible pérdida, de fragilidad de la vida humana, de todo lo que nos rodea. Mi vida, mis prioridades cambiaron el día 20 de julio de 2.006, y no he vuelto a ser la misma.
No hay que equivocarse, a pesar de mis quejas sobre el cansancio, estancamiento laboral, dolores variados... soy feliz, pero no puedo desprenderme de lo que he sido, de lo que sentí. Todo eso, forma ahora parte de mi, y tal vez tampoco deseo deshacerme de ello.

ASPITOS (EL MEJOR AMIGO DE UNA MADRE)


Ya he explicado en alguna ocasión, que cuando tienes gemelos (entiéndase también, mellizos, trillizos...), eres objeto de una atención que ni tú ni tus niños habéis buscado. La mayoría de la gente te observa, te comentan y preguntan muchas cosas, algunas con sentido, otras sin pies ni cabez. Sobre comentarios molestos, os recomiendo que acudáis al post horrorizados.
Esta introducción tiene cierto sentido puesta en relación con la entrada de hoy. Como ya digo, casi siempre que salgo con las niñas la gente las mira. Pero hay un determinado momento, por las tardes , en el que las miradas dejan de centrarse en las gemelas, para hacerlo, con lástima, en su madre. Cuando ya están cansadas, aburridas, o quieren que las dejen pasear (nos paran un montón de veces), hacen lo que todos los críos: lloran. Así, al unísono, al compás, llantos a toda pastilla, inconsolables, como si vida les fuera en ello. Son unos momentos de tensión, en los que he descubierto que tengo un aliado inestimable, que no me ha fallado nunca: Los Aspitos.
¿Que son los aspitos?, supongo que la mayoría los conoceréis (eso si me lee alguien, extremo este sobre el que cada vez tengo más dudas), pero para el que no, os diré que son una especie de barra de maíz, crujiente, que se deshace en la boca fácilmente, unos gusanitos de fácil manejo para bebés, no tienen glutén, ni lactosa, ni cosa que pueda hacerles daño. Dependiendo de la bolsa que compres puede haber dos o tres dentro. Están saladitos, y para que nos vamos a engañar, a ellas les gusta tanto comérselos, como destrozarlos.
Volviendo al momento de crisis materno-gemelar, es entonces, cuando recurres a tu aliado, sacas la bolsa verde que los cubre, y dejan de llorar automáticamente, las lágrimas se frenan en el borde de los mofletes, y comienzan a prestarte toda su atención, y a extender sus manitas, para que les des la chuchería al momento "Má, má, má". Lo agarran, y proceden con el delicioso bocadito a gusto del consumidor; esto es, o bien lo devoran, o lo rompen y después lo devoran. Más vistosa resulta la destrucción, porque después de esparcir migas por todas sus ropas y por el carro, tanto la destructora, como su hermana proceden llenas de júbilo, a devorar minúsculas partículas de aspitos dispersas por el universo.
Mientras tanto, yo he apretado el paso, para llegar a casa lo antes posible. Si no consigo hacerlo antes de que acaben, sucederá lo inevitable; pedirán más. Pero esto, ya lo tengo solucionado, saco la bolsa vacía de golosina, y les digo "Ya no hay más, no hay", y encojo los hombros, apoyando mi afirmación. Las pobres me miran con cara de resignación, piden la bolsa, se cercionan de lo que les he dicho, y encogen también los hombros, al tiempo que extienden los bracitos un poco flexionados, imitándome. Niegan con la cabeza "no, no", y se consuelan por su mala suerte con cierta facilidad, entre otras cosas, porque reinician la búsqueda de las pizquitas. Antes de darnos cuenta, estamos en el portal de casa, y ya ha pasado el mal ratito. Nos bañamos, nos ponemos el pijama y a jugar, ya nos hemos olvidado de los aspitos hasta otro día.
Mi consejo, no salir de casa sin una bolsa de Aspitos, y fundar ya, la asociación de "Madres adoradoras del creador/a de los aspitos", al que consagraremos un monumento en forma de barra de maíz (sin gluten), en la plaza mayor de Madrid, donde nos reuniríamos todos los 15 de marzo a rezarle un rosario, y pedir la bendición de nuestros "bichitos", como si de un San Antón cualquiera se tratara.
¡Vivan los Aspitos! ¡Vivan las gemelas! ¡Vivan los bebés que nos regalan diversión hasta en las peores circunstancias!.

CIEN PALABRAS QUE MORAN MI VIDA

Alegría, gemelas, cansancio, fatiga, sueño, baño, aspitos, besos, morritos, caricia, risas, amor, novedad, rutinas, papá, mamá, pareja, delicadeza, sorpresa, ojos, biberón, chupete, leche, papilla, relax, cebolla, baño, mocos, chupete, Julia, Patricia, responsabilidad, fortaleza, vitalidad, abuelos, paseo, andadores, hermosura, pañal, body, pijama, tetina, dientes, ibuprofeno, bocadillos, hija, peluches, muñecos, goma, juegos, dibujos, Pocoyo, cerditos, piratas, guapas, lágrimas, mecer, corderito, María, rebeca, abrigo, organización, desorden, caca, gases, supositorios, uñas, balbuceos, llanto, pasos, zapatos, parque, cuna, vaca, fiebre, teléfono, generosidad, fiambre, fuente, más, andador, prisa, tarde, rampa, pato, blog, hipopótamo, calabacín, escondite, aceite, merienda, ternura, Ely, familia, fragilidad, broma, tos, cuentos, toallitas, amor (repito la última lo sé).

LO QUE SON LAS COSAS

Las niñas quieren andar. Durante mucho tiempo han estado confinadas a su pequeño parque infantil compartido. Ya es momento, ya llegó la hora. Tras recorrer los pasillos de nuestra casa, de la de los abuelos, por fin hemos dado el paso, y nunca mejor dicho.
Ayer salimos cargados con los andadores, son una especie de correas que sujetan el cuerpo de las niñas, para facilitarles o mejor dicho, facilitarnos estos primeros pasos, y evitar golpes a las andarinas, y desriñonamientos a los padres.No sólo llevábamos los andadores, aferrados por el optimismo, también llevábamos la silla de paseo, y bolsas donde estaba la merienda, cucharas, babis, pañales...Ibamos cargaditos.
Cada uno sujetó con una mano el mango del carro de paseo, y con la otra el asa del andador, del que pendía una gemela. Parecían dos marionetas recién posadas en una superficie que les fuera del todo ajena, andando con pasos artificiales, hasta que se hicieron al material.
Poco a poco, con cada paso que daban, fuimos recorriendo un parque largo, como si fuera lo más normal del mundo. Perseguimos bicicletas, niños, palomas, observamos los columpios y toboganes, nos abrazamos a una palmera, pisamos el césped para acercarnos a una fuente (poco cívico lo sé y no tengo excusa más allá, del placer que me produce verlas felices con tan poco). Observamos todo lo que nos rodeaba desde otra perspectiva.
Hubo algo que les llamó llamó la atención sobremanera: el suelo. Lo miraban con atención, como si fuera la primera, querían pisarlo, tocarlo, y se paraban, ante baldosas rojas, grises, normales (de ese color claro sucio que no se definir, no es blanco, ni beige, es color baldosa de parque). Prestaban más atención si estaba mojado. Y que decir de la cantidad de guarrerías que lo pueblan; chicles, pipas, bolsitas de plástico, pellejos de los altramuces. Todos eran tesoros, que provocaban no pocos gritos de sorpresa y satisfacción. También las tapas de registro de electricidad, semáforos, alcantarillas, fueron objeto de admiración, por parte de estas dos caminantes. Creo que nunca el suelo fue tan admirado como en el día de ayer. La indiferencia, con la que lo tratamos a pesar de su dura, sucia y pesada labor, se tornó , con la ayuda inestimable de dos pares de ojos nuevos, en una completa admiración hacia el más pequeño de sus elementos. Un universo esperando ser descubierto. Lo que son las cosas.

VICTORIA.

He ido de rebajas. Bueno ¿y quien no? Sí, pero yo el año pasado tenía que comprarme ropa dos tallas mayor de lo que usaba antes de quedarme embarazada, y ahora... ahora no. Por fin quepo en una 42. Bueno ¿y eso es para tanto?. Pues sí, porque tras más de un año viéndome, primero como un satélite de la tierra, que guardaba en su interior más sorpresas que un huevo Kinder, y luego como una vaquita cansada, que recurría a la ropa más grande que encontraba, por fin, por fin he vuelto a recuperar parte de mi cuerpo. La tripa no es la misma, yo que presumía de cinturita fina, he encontrado, una cierta flacidez que no acaba de desaparecer, pero me da igual.
El caso es que fui a Zara, y volví con dos pantalones nuevos, un jersey, una camiseta, sesenta y siete euros menos, y la moral por las nubes. ¿Que mis caderas siguen siendo anchas? Cierto. ¿Que los pechos no están en el mismo sitio que antes? También es verdad. Pero en este cúmulo de realidades hay que destacar alguna más: mis piernas están algo más delgadas, no he cogido ni un gramo en navidad, y por fin me estoy sintiendo mujer otra vez, y no sólo una mamma. No es malo ser mamma, al contrario, pero uno no puede ser únicamente eso.
La dieta de las gemelas obra milagros, no paras en todo el día y eso se nota. Se la recomiendo a todos los que engordaron el último mes. Es más, si vienen a casa les presto las gemelas un ratito para sacarlas de paseo. El mero hecho de subir un par de cuestas empujando más de treinta kilos (10 de la silla, y 11 aproximadamente de cada niña) ayuda a fortalecer brazos y piernas.
Para celebrar la buena nueva me voy a darles la fruta a las niñas y a sacarlas de paseo. ¡Quiero llegar a la talla 40! (¡ja, ja,ja!)

MIS DESEOS PARA VOSOTRAS


  1. Que os quieran bien, que os quieran mucho, y viceversa, que ameis mucho y bien. Y así, deis y os den amor hasta dejaros satisfechas.
  2. Que vuestra salud sea tan tan fuerte que os conozcan como las mujeres de roble.
  3. Que nunca os sintáis solas.
  4. Que el dinero no os haga falta.
  5. Que encontréis una ocupación, que os apasione la mitad de lo que vosotras me apasionáis a mi.
  6. Que me dediquéis un pensamiento de cuando en cuando. (Deseo puramente egoísta de madre primeriza).
  7. Que vuestra risa, fuerte, contagiosa, os acompañe siempre, como la mejor arma.
  8. Que no os atropellen, que no atropelléis a nadie.
  9. Que tengáis sensibilidad frente a todo lo que nos rodea.
  10. Que vuestra vida sea larga, fructífera.
  11. Que sepáis que siempre, siempre contáis con el apoyo de vuestros padres.
En definitiva, que seáis muy felices.

FALTA DE SUEÑO

Hoy estoy muy cansada, no hay nada especial que publicar, pero pensé que sería más honesto poner de manifiesto, que las madres de gemelas también podemos estar muy fatigadas. Hace varias noches que no duermo. Esta noche despertaron las dos niñas, llorizqueando, hambrientas e inquietas. Estuvimos despiertos desde las 4 de la madrugada, hasta las 7 de la mañana.
He estado mareada toda la mañana, me duele el cuerpo, no me concentro, no consigo acertar con nada. Creo que esta falta de descanso acabará pasándonos factura. Lo que más me desespera, es que no tengo una idea clara de porqué las niñas están así. Comen bastante durante el día, en la cena, y a pesar de ello algunas noches les suena la tripa como vacía, y se acaban tomando otro biberón mediano con cereales. Es también cierto que les están saliendo los dientes, tienen las encías inflamadas, y dos paletas que asoman por las encías. ¡Cómo puedo ayudaros!. Y yo, ¿puedo ayudarme?.
Espero que esta noche descansemos todos, los cuatro. Levantaremos el ánimo, ¡merece la pena!. ¡Zzzzzzz!

NANAS DE LA CEBOLLA. MIGUEL HERNÁNDEZ

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.


DICCIONARIO CASTELLANO-GEMELAS, GEMELAS-CASTELLANO


Están ustedes asistiendo a la primera edición, del primer capítulo del diccionario mencionado en el título. Nos llena de orgullo y satisfacción presentarlo. Con el tiempo iremos adicionando más palabras y expresiones:
Abba: agua.
Mmamma: expresión que utilizan para llamar a quien las trajo al mundo. Sin embargo, Julia continua empeñada en que su señor padre también es mamma, y no duda en corregir a cualquiera que le contradiga.
Ma...ma: más, más. Expresión proferida ante cualquier objeto que les llame la atención, o que les guste, para que se les facilite cuanto antes. Si lo hacen ante cualquier alimento, puedes darte mucha, mucha prisa... ¿qué pasa? ¿todavía estás aquí?¡corre!
Mmmmu: mugido. Emitido al compás goza de gran musicalidad (¡que voy a decir!, soy su madre).
Nenne: Niño o niña, indistintamente.
Ta, ta, ta: cómo hace el pato.
¡Ta!: empleada de forma única por Patricia, significa que está jugando al cucú tras, pero prescinde de la primera parte.
Obviamos por ser susceptibles de transcripción otras expresiones infantiles, consistentes en la imitación del perro, y el lobo feroz. El primero es un chillidito, una especie de "u, u". En la segunda imitación, el lobo no aulla, sino que sopla y sopla, tratando en vano de derribar la casa de los cerditos. Es lo que tiene ver los tres cerditos cada dos por tres.
En próximas entradas (post, que les dicen los eruditos en el tema), les mantendremos informados sobre las novedades de la meritada obra. Gracias por su atención.

El Baño

El espejo, la mampara empañados. A lo lejos se mezclan las sintonías de "Pocoyo" y alguna radio musical. Oigo risas en la habitación de al lado. Pedorretas. Más risas. Unos gruñidos exigen la presencia urgente del hacedor de pedorretas. Más risas. El espejo y la mampara empañados. Os siento; un "ta", un leve mugido previa petición paterna. Hace al menos cuatro meses que no me daba un baño relajante. Me sumerjo la cabeza en el agua, no os oigo. La saco. El pato de plástico, pegado con ventosa a la bañera, parece ahogarse bajo la presión que mi cuerpo imprime al agua. Risas, cristales empañados. Salgo de la bañera. Sé como acabará el baño. Unos golpes en la puerta. Se abre. "¡Taaaa!".

Un buen regalo.


No sé que os habrán traído los Reyes Magos a vosotros, espero que muchas cosas.
A las gemelas, les trajeron bastantes juguetes, más de lo que ellas pueden abarcar, pero de cualquier forma, les hizo mucha ilusión, y eso es más que suficiente. Eso sí, no podrían faltar nuevos peluches para unir a nuestra familia; así a los perritos navideños, y Ely, se ha unido el único, el auténtico Rey de la casa: "POCOYO", superpeluche-mochila que se han convertido en el ídolo de las nenas. Antes tenía la cama de la habitación de las niñas y los altos de su armario llenos de peluches, ahora además tengo el sofá del salón con cuatro muñecos enormes de la elefanta y el niño en cuestión, y parece que en vez de tener gemelas, tengo sixtillizos, porque el tamaño de los muñecos es considerable.
Además les han traído (bajo la responsabilidad de su padre y mía), dos andadorestricíclos... de los que consta foto en la entrada anterior. Estos les gustaron tanto, que en cuanto los vieron y comprendieron de que iba el asunto, se negaron a desmontar, y el día de Reyes no conseguí que desayunaran hasta cerca de las 12 del mediodía, porque además, no querían tomar el biberón montadas. Había que vernos, en pijama los cuatro, persiguiéndonos de dos en dos, a través de los pasillos y las habitaciones de nuestro piso. Ellas completamente alborotadas, nosotros más alborotados que ellas... Ahora a los peluches, las sillas de comer, la silla de paseo... se ha unido los triciclos en cuestión. La casa parece un almacén para la infancia. Si pongo un cartel en la terraza seguro que, a los dos minutos, se me llena de señoras buscando las rebajas.
A mí, que también he sido muy buena (¿alguien lo dudaba?) me han traído varias cosas, un ordenador portátil (a compartir con Segun), un llavero muy chulo, un bolso, guantes... Además tengo que hacer mención a un regalo que me hicieron los Reyes en casa de mi amiga Candi: un bono para acudir a una sesión de baños turcos, masajes y sauna. Estoy deseando utilizarlo, ir a un sitio que me cuiden y me mimen un ratito. Ese es un buen regalo para cualquier mamá fatigada que se precie.
Gracias a todos los Reyes Magos.

ACCESIBILIDAD

Cuando nacieron las gemelas compramos carritos gemelares (hay una entrada sobre ellos) para movernos por la ciudad. Desde el primer momento se hizo evidente que es muy complicado llevarlos: los ascensores son pequeños y estrechos, las rampas que hay en muchos edificios son demasiado empinadas, y algunas ni tan siquiera llegan a la acera, son malos remedios que la legislación ha impuesto en la totalidad de comunidades de propietarios, que tratan de eludir posibles sanciones con parches.Pero no es sólo en los edificios, donde nos encontramos con dificultades. En las calles los problemas continúan, las aceras son en muchos casos irregulares, estrechas, no siempre hay accesos a ras de calle para poder cruzar la vía, y tienes que andar subiendo y bajando escalones... Estas son sólo algunos de los problemas con los que nos encontramos en una capital de provincia de tamaño medio. En los pueblos es mucho peor. En muchos casos a unas orografías complejas, hay que añadir antiguas calles, empinadas, estrechas, y con aceras escalonadas cuando las hay, porque también hay calles donde las aceras no existen, con el peligro que ello supone para los peatones.
Los problemas con los que me enfrento a diario, me han hecho darme cuenta de las tremendas dificultades con las que las personas con discapacidades de tipo motor, han de afrontar. Sé que mis problemas son transitorios, pero aquellas personas que se encuentran afectadas por diferentes patologías, que les impiden andar, probablemente deban aguantar esto durante muchos años.
Desde esta humilde página, al tiempo que reconozco que, como casi todos, sólo me acuerdo de Santa Bárbara cuando truena, quiero hacer una petición a las Administraciones para que realicen todas las actividades posibles encaminadas a eliminar las barreras urbanísticas en nuestros pueblos y ciudades, de una forma real, no únicamente sobre el papel. También quiero expresar mi solidaridad y apoyo a todos los que para ver un parque, ir a de compras, a tomarse una caña, al cine, a trabajar... dependen de una silla de ruedas, y en muchos casos de una tercera persona.
Señores, ¡va por ustedes!.

El Primer Triciclo-andador

PENSAMIENTOS NOCTURNOS

Levantarse todas las noches unas cuantas de veces da para mucho. Como no soy capaz de dormir en el sillón, mientras acuno a la niña que se tercie afectada por; las salidas de dientes, constipados, toses, dolores, o simplemente insomnio, doy en pensar... y la verdad es que pienso bastantes estupideces. Anoche me pregunte "Si pudieras ser un personaje de cuento infantil ¿cual serias?". Este tipo de cosas, nos demuestra lo siguiente:
1.- La falta de sueño es nociva.
2.- Cada vez estoy mas perjudicada.
3.- Uno no sabe en que gastar su tiempo cuando se encuentra inmovilizado con una niña en brazos.
Después de darle vueltas al asunto (si es que me da hasta vergüenza confesarlo), llegué a la conclusión de que a mi me gustaría ser:
a) La Bella Durmiente. Por motivos mas que evidentes, eso de poder pasar cien años durmiendo tiene que ser una pasada. En esos momentos, hilvané otro pensamiento absurdo que me gustaría que alguien contestara. ¿Porqué bella durmiente?, ¿no seria mas lógico que se llamara la bella dormida? Después de todo no parece que sea muy activa en su sueño... ahí dejo la divagación, seguro que otra noche sin dormir, me da tiempo a llegar a alguna conclusión.
b) El Lobo Feroz. Esto lo pensé en el momento en que mire fijamente a la niña... Me explico. Me gustaría tener las orejas enormes, para oír cada una de sus respiraciones. Los ojos tremendos para verlas en todo momento, observar que es lo que hacen, hasta en la oscuridad, lejos y cerca. La nariz importante para oler la ternura que desprenden. Y la boca enorme para liarme a bocaditos con los cuerpos de esas niñas, objeto de mi amor eterno.
El caso es que, al final estoy indecisa entre mi comodidad y un instinto maternal desmedido.

VOY A QUEMAR LAS BRAGAS COLOR VISÓN

En un desesperado intento por ser una mamá sexy, he decidido actuar. Las lineas de mi plan maestro son las siguientes:
1.- Acudiré a la peluquería con más asiduidad (una vez al año no es suficiente, ya tengo algunas canas)
2.- Es necesario depilarse. A las mujeres no nos queda bien el bigotillo tipo Aznar.
3.-Me maquillaré a diario. Las ojeras sólo son atractivas si eres una actriz o modelo famosa.
4.- Quemaré mis bragas color visón. Y este punto me da pena, porque esas bragas me han acompañado muchos años, durante el embarazo, dando de sí todo lo que podían -literalmente hablando-. Acudiré a la Plaza de San Francisco- centro neurálgico de Badajoz-, con mis bragas y una pancarta. Las pondré en el suelo, soltaré unas lágrimas, les echaré gasolina y gritaré ¡Se acabó el visón! ¡Solo bragas sexys!. En ese instante les prenderé fuego y arderán hasta consumirse.
A partir de ahora sólo bragas monas, nunca más prendas de ropa interior que puedan recordar a Julian Muñoz en sus buenos tiempos. Y esto es así, porque yo me lo merezco.
En serio, creo que es necesario retomar un cierto cuidado sobre mi persona, que me permita recuperarme como mujer, pues la faceta maternal de mi vida tiene tanta importancia, que ha minimizado (no me atrevería a decir anulado), otros aspectos de mi vida, cómo el hecho de sentirme femenina.
Aunque parezca mentira, el aspecto que mostremos nos ayuda a afrontar las situaciones en las que nos vemos implicados diariamente, es una especie de coraza. Estoy cansada de verme con mala cara, con ojeras, descuidada, con manchas de papilla, quiero recuperar algo de mi que se perdió en este camino, fantástico camino que inicié hace más de un año.

LOS PELUCHES


Se acabó, estamos rodeados. A cada paso que doy me encuentro con un peluche bajo mis pies, no hay remedio, cada vez son más. Llegará el día en que nos expulsen de casa. Están bajo las camas (incluida la de matrimonio), los sofás, el parque infantil, en mitad del salón..., y aunque los vuelva a guardar, a los diez minutos volveré a pisarlos. También es cierto que en muchos casos puedo estar pisando el peluche gemelo del que ya he guardado. Porque en casa tenemos muchas, muchas cosas por duplicado, entre ellas bastantes peluches.
No los he contado, pero prometo hacerlo y aportar una fotografía acreditativa de lo que digo. A groso modo, yo diría que entre los que han heredado de su madre (yo), y los que tienen ellas, debemos estar muy cerca de los cien. Muchos de ellos los hemos puesto encima del armario donde las niñas no pueden alcanzarlos, y los demás aparecen y desaparecen constantemente.
Entre los peluches hay categorías. Los más importantes, los que no pueden desaparecer ni cinco minutos son los hipopótamos suavecitos que les regaló María Eugenia. Son a los que se abrazan cuando tienen sueño, y claro, si alguno de estos falla, los llantos están asegurados. Cuando hay que lavarlos van rápidamente a la secadora, como si se tratase de una prenda imprescindible, y puede que para estos bebés a los que les cuesta tanto trabajo dormirse lo sean. Los hipopótamos acudieron como invitados estelares incluso al bautizo de las niñas, porque son como Scoth Brite "no pueden estar sin él"
Ha crecido la importancia de otros peluches como Ely, un super elefante mochila de la factoría Pocoyo, que es casi tan grande como ellas. Este tiene gran utilidad en los cambios de pañal, pues la niña se abraza a Ely, y para un ratito mientras la limpiamos, o cuando ya se pone muy rebelde, vestimos a Ely con el pijama del bebé que se muere de la risa, al ver al elefante con su ropa.

A pesar de que muchos de los muñecos y peluches están repetidos, no escasean las ocasiones, en que las niñas prefieren tener el muñeco de su hermana al suyo propio. No sé bien el motivo, porque de momento no están muy destrozados, ni estropeados. Tiene que ser algo que pertenece a la esfera más íntima del individuo, y que le dice "que bonito es el juguete de tu hermana, es igual que el tuyo, pero debes tenerlo" " es tu tesooooro" . En esos momentos gollum la pelea esta servida. Se sienten poseídas por el espíritu de las focas de los documentales, y se lían a darse bocados sin dientes. En muchos casos confunden su mano u otra extremidad, con la del contrario, y se acaban dando un mordisco a ellas mismas, después lloran y no sé si consolarlas o echarme a reír.
Todavía no han descubierto el potencial de las manos y no se tiran de los pelos, pero supongo que es cuestión de tiempo, y de que les crezca el pelo, claro está. ¡Ay Dios mio, la de broncas que voy a echar!. Acudiré a la típica frase "¿No he visto dos hermanas que se peleen más!", seguido de un "¿No os da vergüenza?". Dentro de dos días vienen los Reyes, y seguro que la invasión de juguetes continuará... ¿donde nos iremos a vivir?

Noches con Julia

Mis ojos, para observar en la penumbra
tus labios, tu nariz, tu pelo.
Mis brazos, nido provisional de tu noche inquieta.
Mis oídos, para atender a tu respiración,
más tranquila conforme pasa el tiempo.
Mis manos, para acariciar tu cabeza,
o dar tranquilidad a las tuyas, que me buscan a tientas.
Mi boca, mi boca guarda silencio,
solo un "Shhh", para que sepas que estoy aquí.
Prohibido hablar en la noche.
Mis labios aguardan impacientes
el momento adecuado para posarse en tus mejillas.
Tras mecerte, abrazarte y tranquilizarte
sentiré por fin tu cuerpo rendido al sueño.
Te llevaré a la cuna y con cuidado te dejaré sobre el colchón.
Hasta mañana.

LAS SUPERSTICIONES DE MI ABUELA

Todos los primeros de enero recuerdo a mi abuela Wenceslaa, más conocida como abuela Uve. No es que el resto de días del año no me acuerde de ella, o de mis otros abuelos. Pero el día uno de enero encierra, una costumbre que yo tacharía más bien de superstición familiar. No puede decirse que mi abuela fuera una persona supersticiosa, pero si es cierto, que en relación a dos asuntos muy concretos mantenía una postura tanto irracional que sostuvo hasta el fin de sus días.

La primera de estas extrañas costumbres, se refería al pan. Nunca pudo soportar ver el pan encima de la mesa, colocado boca abajo. Le daban los siete males, uno detrás de otro. “¡Ay Dios mío, el pan boca abajo! ¡qué haces!", gritaba escandalizada. Y yo, me asustaba tanto, que me faltaba tiempo para poner el pan en perfecto orden. Tampoco podías girar el pan, ni jugar con él. Yo creo que este comportamiento, se debía al respeto por los alimentos que la carestía y las necesidades dejaron en más de una generación de españoles (y foráneos). A día de hoy, no puedo ver un pan mal colocado sobre la mesa, y mucho menos puedo juguetear con un bollo, es algo superior a mis fuerzas.

La segunda de las extrañezas que me inculcó mi abuela fue respecto al día 1 de enero de cualquier año. Ella pensaba, que lo que hicieras ese día era lo que ibas a hacer el resto del año, vamos que tus acciones del primer día del año te condenaban a repetirte durante 364 más (365 si el año era bisiesto). Por eso, mi abuela, no cocinaba, ni fregaba, ni planchaba, ni cosía, ni hacía ninguna de las labores del hogar ese día. Se dedicaba a disfrutar de los paseos, de su familia, con la vana esperanza (supongo), de poder hacer lo mismo el resto del año. Bien es cierto que el día dos ya no le quedaba más remedio que volver a la cruda realidad, y retomar sus labores de ama de casa, pero al menos por un día se libraba de cualquier tarea fastidiosa.

No sé si mi abuela estaba en lo cierto o no, pero yo trato de evitar cualquier actividad no grata el día uno de enero con idéntico espíritu. Ya que no ha ganado en la lotería me gustaría, al menos durante un año hacer sólo cosas que me agraden. Ya he dado de comer a mis niñas, las he limpiado, y he jugado con ellas, lamento mucho no poder salir de paseo con ellas, pero hace mucho frío, y están constipadas. Pequé poniendo una lavadora, pero pienso enmendarme, he leído unos capítulos de “Nieve”, de Orhan Pamuk, y ahora estoy escribiendo. ¿Puedo pedir más? Sí, 364 días parecidos.

Abuela, estés donde estés te quiero mucho y te extraño. Feliz año nuevo.