Muchos padres recurren a los potitos de farmacia, eso queda a criterio de cada uno, y no soy nadie para meterme en ello. Yo desde un primer momento, observe que a mis bebes les encantaba las papillas les hacemos.Pero lamentablemente, no tenemos tiempo, ni cuerpo para cocinar al vapor a diario, como hacen los "superpadres". Por eso hemos optado por hacer comida para unos cuantos de días, para las dos niñas, la congelamos y a otra cosa mariposa, que bastante tenemos con cambiar pañales, hacer biberones, preparar fruta, hacer compras, ir a la piscina.... El resultado, es que cada diez días (arriba o abajo) hacemos dos supercacerolas (perolas), con verdura y lo que toque.
Vernos a Segun (mi marido), y a mi en la cocina en esos momentos, debe hacer recordar a cualquier españolito, el servicio militar obligatorio, por lo que se dice de los soldados se hartaban de pelar patatas . Nosotros, en un esfuerzo por emular a nuestros valientes guerreros, hemos decidido no ser menos, y así la ultima vez (ayer) hemos pelado tres kilos y medio de de patatas para hacer dos ollas . Da gusto verlo pelar patatas, como si lo hiciera constantemente, cuchillo por aquí, cuchillo por acá y la patata queda monda y lironda. Después como si de una cadena de montaje se tratara, yo las vuelvo a enjuagar, las parto y las echo en las ollas.
Detrás de la patata va el turno de las zanahorias, los puerros, los calabacines, las judías de la siguiente forma: enjuagar, pelar(las judías no) volver a enjuagar, trocear, y salto a la cazuela, y así sin parar. Después, la chicha, esto es, carne de ternera, pollo o pescado. Se ponen las ollas en marcha, y a esperar la segunda parte del invento: pasarlo por la batidora.
Se me olvidaba algo: los huevos. Si, es cierto, que los padres de gemelos, mellizos, trillizos etc, debemos tener muchos huevos , pero no me refería a eso. Se me olvidaba que ahora también echamos huevos cocidos a la papilla de las niñas. Los cuezo previamente como para recordarme la que me espera al cabo de un rato, y por supuesto no los hecho enteros a la batidora, sino que establezco proporciones, siguiendo las instrucciones del pediatra. Tal parte de yema, tal otra de clara, picadita, para que quede mejor...
En este punto, la cocina ya se encuentra completamente tomada por ollas, peladuras de la verdura, la tabla donde picamos la carne, los cacitos donde hemos cocido los huevos, y como no estamos satisfechos, traemos a las niñas, y sacamos los montones de envases donde congelaremos las papillas. Hablamos, limpiamos, esperamos en el salón jugando los cuatro...Va pasando el tiempo, y ya se coció la comida, regresamos a la cocina, que parece el camarote de los hermanos Marx, y pasamos página.
Llega la hora de la batidora. Saco el aceite de oliva, para añadir unas cucharaditas (de postre) al mejunje que hemos montado. Echamos cazos de la cocción, huevo (en extraña proporción), el aceite en cuestión, y a batir: Brummmmmmm, Brummmmm. Patricia me mira con carita de extrañeza, no le gusta nada la batidora, pero como tiene un imán en las manos, que puede pegar a su antojo en el frigorífico, no se queja, solo me mira. Yo le sonrío Brummmmmm.
Pasamos a distribuir la consistente papilla en los recipientes. Como se nos rompen de vez en cuando, optamos por cambiar los de cristal, por otros más grandes (para que quepa la papilla del día de las dos) de plástico apto para microondas, congelador..., y así hemos conseguido llegar a tener siete u ocho tipos distintos de envases, en los que tengo que echar más o menos la misma cantidad de comida; ¿cómo lo consigo? la cogí por los potitos, llenó unos de cristal de la farmacia y distribuyo... Otra vez la batidora (hasta unas seis veces), otra vez repartimos la comida...
Y por fin, una hora y media después, conseguimos tener la comida preparada. Os dedico un ñam, ñam y desde luego el próximo día que cocinemos, adjuntaré al blog unas fotos, para que os hagáis una idea.
P.D.: La papilla está que quita el sentido. Sobre todo la de pollo
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