A veces, pienso en mi misma como un pez, un pescado desmemoriado, al que cada dos por tres se le olvida hasta que existe.
Desde que nacieron las niñas, esta condición olvidadiza mía va "in crescendo". La cabeza se me llena cada vez con más cosas, que echo en el olvido con facilidad pasmosa: comprar cereales, pañales, poner ocho cacitos rasos de leche de continuación al biberón, ¿o eran nueve?. Que angustia, les habré echado de más o de menos, se quedarán con hambre, o sequitas... ahora mismo tiro el biberón. He arrugado la camisa de Segun, al sentarme sobre ella para escribir.
Al tiempo, grabo episodios de la "Abeja Maya", para las niñas. Por cierto ¿mande el requerimiento al Consorcio de Seguros o no lo hice?... Vuelvo, vuelvo; comprar cereales, pañales, toallitas para limpiar a las niñas. ¡Carajo! Ahora se queja Patricia, seguro que dio la vuelta en el parque. El recurso de alzada del Guardia de Tráfico tiene que salir esta semana, tengo que llamar a Mapfre..., y comprarme un sujetador liso blanco. Tengo que ...¿Que tenía que hacer?
A día de hoy, soy un pescado en busca de una buena agenda, comprensiva y cariñosa, y a ser posible, que se ofrezca a darle la fruta a uno de mis pececitos.
Cereales, pañales, toallitas, sujetador, recurso, demanda, escrito, fax, lavar los pijamas cortos, comprar gel Nenuco para las nenas...
Menos mal que respiro automáticamente.
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