OPERACIÓN FRUTA

Hay palabras dotadas de un significado peyorativo, y otras que por sí tienen una serie de connotaciones positivas. Todas ellas pueden cambiar dependiendo del modo de utilizarlas, la intención, y el ámbito en que nos encontremos cuando las empleamos. Cervantes lo tenía claro, a él me remito, al Quijote, donde en boca de Sancho y mediante ejemplo práctico ilustra lo que quiero decir:


"Y diciendo esto, se la puso [la bota de vino, hay que aclarar] en las manos a Sancho; el cual, empinándola, puesta a la boca, estuvo mirando las estrellas un cuarto de hora, y en acabando de beber, dejó caer la cabeza a un lado, y dado un gran suspiro, dijo:
—¡Oh, hi de puta, bellaco, y cómo es católico!
—¿Veis ahí –dijo el Caballero del Bosque en oyendo el hi de puta de Sancho– cómo habéis alabado este vino llamándole hi de puta?
—Digo –respondió Sancho– que confieso que conozco que no es deshonra llamar hijo de puta a nadie, cuando cae debajo del entendimiento de alabarle."


Así, hasta los peores insultos, pueden suponer una alabanza dependiendo de como cuando y quien los diga.
Hay otras palabras, que en principio parecen completamente neutras. Nadie haría recaer sobre ellas algún significado, ya sea negativo o positivo. Una de ellas sería la palabra "fruta", ¿a quién puede resultarle negativo? o viceversa. Puede gustarte más o menos, pero parece que al menos en principio su significado, su esencia es completamente neutra. Pero no es así para todos. Tengo que confesar algo; la palabra "fruta" me horroriza, atormenta alguno de mis sueños, y casi la totalidad de mis tardes desde hace cuatro meses.



El motivo es evidente. Mis bebés, no sienten ninguna pasión por ese puré que todas las tardes les hago. Y eso, que yo me esfuerzo, de verdad, lo he hecho de cincuenta forma distintas... pero no hay nada que hacer

Yo lo llamo "operación fruta", los norteamericanos lo llamarían "operación relámpago de la tarde" o alguna cosa así, pero es que yo soy poco creativa a estos efectos. La "operación fruta" es una batalla que libramos las tres todas las tardes. En honor a la verdad, la contienda se centra más bien entre Patricia y yo, Julia parece disfrutar algo más del momento, lo que no dejo de agradecer, porque aunque ellas todavía no lo saben, luchar contra las dos y vencer resulta... imposible.


Todo empieza a eso de las cinco y media de la tarde (ya sé que puede parecer tarde, pero aquí tenemos un horario bastante especial, y cuando otros ya cenan, nosotros merendamos). Les pongo un cd de "brainy baby", voy a la cocina, allí mezclo distintas proporciones de los elementos que conformarán el puré: un plátano (si es pequeño algo más), una pera, una manzana, y el jugo de media naranja (ahora he descubierto que hay que echar algo más de naranja, queda más líquido y les gusta mas), a lo que le añado un cacito de cereales. Todos estos ingredientes, deberían juntarse y ser procesados y encarcelados, pero no, lo que hago es meterlos en la batidora. ¡Brummm! ¡Brummmmm!, ya está pasado. Ahora, hay que calentarlo, porque si se lo ofrezco frío a las niñas me lo tiran a la cabeza.

Una vez calentito, si se persona algún ayudante, aprovecho y reparto el trabajo, uno para alimentar a cada gemela. Si no, bueno, entonces, yo le doy a las dos. Les pongo un baby, cojo la cuchara de silicona, y allá vamos, compartiendo cucharita, plato y virús, nos lanzamos a comer... ¡Ya! , eso sería lo que yo quisiera.

En realidad, Patricia comienza a adquirir la personalidad de San Pedro, y niega obstinadamente con su cabeza, más de tres veces, antes de probar bocado. ¡Dios, las tardes pueden hacerse terriblemente largas!. Ella menea su cabeza, yo le acerco la cuchara, le unto los labios, ella los aprieta, yo aprovecho, cuando sale un niño por la tele, y abre la boca.¡ Toma... bocadito de fruta, anda allá!. Le doy una cucharada a Julia que ya está harta de esperar, intento darle otra a Patricia, no se deja. Le aparto un poco para más tarde, otro bocadito para Julia ¡a ver mi niña!... bien. Lo intento de nuevo con Patricia..., vaya se ha quedado frío... Son las siete y cuarto de la tarde, y todavía no he terminado.

Hace cuarenta minutos que estoy inundada por el sudor. Segun (su papá) llama "¿cómo va la "operación fruta"?" y la respuesta, más normal "aquí estamos, cuando acabe te llamo". Normalmente esa llamada se produce diez minutos más tarde, el tono de victoria o derrota, depende de mi habilidad, su cabezonería y la cantidad de niños que salgan la televisión.

Después de todo, le limpio la carita, le quito el baby, la beso:" ¡Hummm! ¡que bien sabe esta niña a fruta!". Claro con la mascarilla que lleva encima.
Después nos bañamos y nos desincrustamos la fruta. Pero eso, es harina de otro costal. Una aclaración, cuando digo, que nos desincrustamos la fruta, es que lo hacemos las tres, porque nadie podrá pensar que yo he escapado indemne...



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