Estamos en un momento en el que la baba se nos cae por litros. Julia ya sabe dar las palmas, eso sí, cuando a ella le da la gana. Así que, cuando menos lo esperamos empieza a darle, y me mira para que la anime y le diga: "ole, ole, ole...". Patricia, nos mira extrañada a todos, y sonrie, ella todavía no le da a las palmitas, pero baila agarrada a un dedito (igual que Julia).
El Sábado pasado fuimos al centro comercial (Carrefour), y causamos sensación, mientras que Julia tocaba las palmas en el carro, su hermana, le jaleaba cantando (entiéndase gritando), la gente se moría de la risa al verlas, y nosotros íbamos tan anchos, que casi no cabíamos por los pasillos. Aunque tampoco cabíamos, porque entre el carrito de las niñas, que es doble de ancho, y el de la compra, no quedaba mucho espacio, para qué vamos a decir otra cosa.
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