UN NUEVO DÍA

A veces la vida parece una calle estrecha, empinada, cuesta arriba y llena de escaleras. Pero a pesar de desconchones, cansancio, tropezones, y estrecheces, merece la pena. Al menos eso quiero pensar en momentos como éste, en el que, cómo casi siempre, en estos últimos siete meses estoy físicamente agotada. He llegado a la conclusión de que, da igual el número de horas que duerma, si lo hago de continuo o no, al final del día las piernas son como dos leños ardiendo, que pesan terriblemente al moverlos. Los ojos se cierran, y a penas si puedo llegar a decir "Buenas Noches", a quien compartió conmigo el día, y yace a mi espalda. Dejo de sentir la respiración de todos los cuerpos que pueblan la habitación (que en este caso son cuatro), hasta que un grito de aburrimiento (o tal vez alivio), me despierta. Son las 3:45 minutos de la madrugada, Julia se despertó y se mueve en la cuna, araña los protectores acolchados, y suspira. Tiene el chupete puesto, pero de cuando en cuando se lo quita y lo agita "tacatacatacatacatá". Creo que es su modo de decir "estoy aquí, y me aburro".
En fin, ya es de día, hoy posiblemente hará mucho calor. Tal vez podamos inaugurar la temporada de piscina. Cargaré la cámara para que el padre de las gemelas (trabajador explotado por estas tres mujeres), disfrute un poco, si llegado el caso llegásemos a bañarnos las tres.

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