Julia es coqueta, parece mentira que una zagalina tan pequeña pueda serlo tanto. A pesar de aún no tienen suficiente pelo para utilizarla, le encanta adornarse con diademas. En navidades les compramos unas a las que había unidas unos simpáticos cuernos de arce. Desde esa fecha están en el cajón de los juguetes, y cuando la ve, inmediatamente se la coloca. A veces, se sienta y se empeña en ponérsela a los peluches. Hoy se la ha puesto a un cerdito de peluche y en uno de los meneos que le ha dado al muñeco se ha caído uno de los cuernos. Se ha puesto a llorar y entre hipidos, decía roto, tarototo. No hemos podido evitar una sonrisa, pero… comprendo que hoy ha llegado a entender que las cosas no permanecen invariables y me da un poco de pena.
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