No sé bien por donde comenzar esta entrada...
Hasta hace un mes y medio más o menos, las gemelas tenían un parque normal y corriente. Tuvimos que dejarlo porque Julia enganchaba los pendientes en las redes, llegando a hacerse sangre en la oreja (además de los ataque de nervios que provocaba en sus primerizos padres cuando la veíamos enganchada por la oreja).
Cuando le sangró la oreja decidimos que o cambiábamos de parque, o de oreja a la niña, porque los pendientes, después de lo que nos había costado ponérselos, no se los quitábamos ni de guasa -¿alguien sabe porqué cuesta tanto trabajo colocar esos pendientes de tuerca? ¿es que no los hacen de otra forma?-.
Visto que era más fácil cambiar de parque, nos pusimos a buscar uno de barrotes, más seguro, pero nos pasó lo que siempre nos ocurre en este Badajoz nuestro; no encontramos lo que buscábamos. Por eso recurrimos al típico parque-cuna portátil de viaje, heredada de los primos. Hasta ahí todo bien.
Los que conozcáis las cunas de viaje, sabéis que el colchón que suelen traer es finito, acolchado por un lado, y duro por otro. Esta dividido en varios segmentos que se doblan sobre sí. para guardarse plegados envolviendo la cuna cuando se recoge. A las niñas les encantó, y pasan buenos ratos allí dentro; "leen" cuentos de cartón, tiran fuera los peluches y demás muñecos, hacen presing-cacht... no paran.
Su curiosidad no tiene límites, y no sé en qué momento, descubrieron que el colchoncito que les sirve de base, es plegable. En ese momento, Patricia comenzó a desarrollar el síndrome del Perrito, o del Pirata como queramos llamarlo. Levanta una de las partes del colchón dejando la loneta al descubierto, y allí pone todos los juguetes que puede, luego lo tapa, y se va a la otra punta del parque donde hace exactamente lo mismo. Resultado: surgen unos extraños abultamientos en el suelo, que les impiden permanecer de pie tanto como querrían, y todos los muñecos, dados de tela, chupetes.... desaparecen del parque sin dejar ni rastro, con el consiguiente enloquecimiento materno, en los momentos de búsqueda. Como ya se donde están las cosas -o al menos lo imagino- levanto los dos extremos de la base de la cuna, y suelen aparecer todos los desaparecidos... estoy pensando que quizás los de la serie "Perdidos", se encuentren bajo la cuna de las niñas. Miraré dentro de un rato.
Cuando pasa un ratito, Patricia vuelve a levantar la tapa, y encuentra su tesoro, saca algún juguete, que vuelve a guardar enseguida, no sea que se lo quite su hermana.
Para Julia también ha supuesto una novedad, pero ella no esconde cosas, se mete dentro sin más, y se pone la tapa encima. Aprovecha el momento en que su hermana la levanta, para acercarse y sentarse sobre la lona, que lógicamente se hunde bajo su peso, después trata de taparse, y destaparse ..., con el consiguiente enfado de Patricia que ve como sus juguetes quedan al descubierto.
La lucha está servida, una abre la tapa, la otra trata de entrar, Patricia se lo impide, Julia llora, consigue entrar, ahora llora Patricia, que finalmente opta por meterse también dentro. Servido el revoltillo de niñas, juguetes, lona, colchón plegable... el resultado es evidente, más llanto en el momento en que no logramos salir de ahí. Aquello acaba pareciendo una prueba de "Humor Amarillo". Yo las miro y acudo al rescate, lo coloco todo en su sitio, aunque sé que dentro de quince minutos volveremos a la misma situación.
¡Resignación y alegría! (no queda otra)
Hasta hace un mes y medio más o menos, las gemelas tenían un parque normal y corriente. Tuvimos que dejarlo porque Julia enganchaba los pendientes en las redes, llegando a hacerse sangre en la oreja (además de los ataque de nervios que provocaba en sus primerizos padres cuando la veíamos enganchada por la oreja).
Cuando le sangró la oreja decidimos que o cambiábamos de parque, o de oreja a la niña, porque los pendientes, después de lo que nos había costado ponérselos, no se los quitábamos ni de guasa -¿alguien sabe porqué cuesta tanto trabajo colocar esos pendientes de tuerca? ¿es que no los hacen de otra forma?-.
Visto que era más fácil cambiar de parque, nos pusimos a buscar uno de barrotes, más seguro, pero nos pasó lo que siempre nos ocurre en este Badajoz nuestro; no encontramos lo que buscábamos. Por eso recurrimos al típico parque-cuna portátil de viaje, heredada de los primos. Hasta ahí todo bien.
Los que conozcáis las cunas de viaje, sabéis que el colchón que suelen traer es finito, acolchado por un lado, y duro por otro. Esta dividido en varios segmentos que se doblan sobre sí. para guardarse plegados envolviendo la cuna cuando se recoge. A las niñas les encantó, y pasan buenos ratos allí dentro; "leen" cuentos de cartón, tiran fuera los peluches y demás muñecos, hacen presing-cacht... no paran.
Su curiosidad no tiene límites, y no sé en qué momento, descubrieron que el colchoncito que les sirve de base, es plegable. En ese momento, Patricia comenzó a desarrollar el síndrome del Perrito, o del Pirata como queramos llamarlo. Levanta una de las partes del colchón dejando la loneta al descubierto, y allí pone todos los juguetes que puede, luego lo tapa, y se va a la otra punta del parque donde hace exactamente lo mismo. Resultado: surgen unos extraños abultamientos en el suelo, que les impiden permanecer de pie tanto como querrían, y todos los muñecos, dados de tela, chupetes.... desaparecen del parque sin dejar ni rastro, con el consiguiente enloquecimiento materno, en los momentos de búsqueda. Como ya se donde están las cosas -o al menos lo imagino- levanto los dos extremos de la base de la cuna, y suelen aparecer todos los desaparecidos... estoy pensando que quizás los de la serie "Perdidos", se encuentren bajo la cuna de las niñas. Miraré dentro de un rato.
Cuando pasa un ratito, Patricia vuelve a levantar la tapa, y encuentra su tesoro, saca algún juguete, que vuelve a guardar enseguida, no sea que se lo quite su hermana.
Para Julia también ha supuesto una novedad, pero ella no esconde cosas, se mete dentro sin más, y se pone la tapa encima. Aprovecha el momento en que su hermana la levanta, para acercarse y sentarse sobre la lona, que lógicamente se hunde bajo su peso, después trata de taparse, y destaparse ..., con el consiguiente enfado de Patricia que ve como sus juguetes quedan al descubierto.
La lucha está servida, una abre la tapa, la otra trata de entrar, Patricia se lo impide, Julia llora, consigue entrar, ahora llora Patricia, que finalmente opta por meterse también dentro. Servido el revoltillo de niñas, juguetes, lona, colchón plegable... el resultado es evidente, más llanto en el momento en que no logramos salir de ahí. Aquello acaba pareciendo una prueba de "Humor Amarillo". Yo las miro y acudo al rescate, lo coloco todo en su sitio, aunque sé que dentro de quince minutos volveremos a la misma situación.
¡Resignación y alegría! (no queda otra)
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