CARTA PARA JULIA Y PATRICIA


Queridas mías

Cuando pienso en vosotras se me llena la boca de palabras dulces, a empachosas. Cuando os miro a los ojos, esos ojos que hace un año están viendo la luz y la sombra, me quedo tierna, blandita, sin fuerzas.

Las risas: fuertes, rosas, donde han brotado dos dientes, que exhibís con descaro. Esas risas que son de leche con cereales, me alegran, me hacen fuerte, me mantienen despierta, viva. Y doy gracias a Dios por permitirme compartir ese tiempo con vosotros.

Me regaláis alegría; me dais vuestras primeras veces que también de alguna forma son las mías. La primera vez que vimos Pocoyo. Cuando aprendimos a apagar luces y encenderlas. La primera persecución de palomas, patos y pavos en el Parque de Castelar. Los seguimientos a los perros que nos encontramos. La primera vez que comisteis jamón y quesito. Cuando os bañasteis en la piscina, en la playa. Creo que ese regalo; el de vuestra primera vez en la playa, me lo voy a llevar cubierto de arena, rebozado como vosotras, y salpicado de olas, en el corazón. Cambio de perspectiva, nuevas formas de ver, de percibir, de sentir, y todo me lo regaláis porque sí, sin pedir nada a cambio.

También siento miedo, de una forma irracional: a que enferméis, os caigáis, no durmáis, a cualquier peligro que pudiera acecharos. Pero me lo sacudo, y os acompaño un día más.

Mamá

PD: Quedamos para comer a mediodía. Por cierto, no os asustéis pero esta tarde vamos al pediatra otra vez.

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