LAS UVAS CON RETRASO

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El año lo hemos comenzado a satisfacción plena de las tradiciones gitanas, con eso de que no quieren buenos comienzos para sus hijos. Nosotros no somos de la raza calé, pero tenemos que consolarnos de alguna manera. Os pongo en antecedentes: 31 de diciembre, 11:45 de la noche, casa de mi santa madre y esperando para tomar las uvas, la copita de cava (extremeño, que tengo que hacer patria chica), charla con los sobrinos, alabanzas a la cocinera...
Julia y Patricia, jugando tranquilamente con unos muñequitos. Patricia los ponía a dormir, primero en una silla, luego en otra, luego a otro mueble, y tanto va el cántaro a la fuente..., que la pobre resbaló y fue a dar con la boca en una estantería. Sangre a todo meter, llanto continuo,agudo, no abría la boca. Por fin su padre le abre la boca y dice "a Urgencias" porque parecía que el diente estaba roto. Susto generalizado, ¡que os voy a decir!.
Cogimos a la niña en brazos, nos metimos en el coche, y nos encaminamos a nuestro destino por las calles despobladas, cinco minutos después estábamos en el servicio de urgencias de una clínica. Éramos los únicos en la sala de espera (¡quien va a aparecer por ahí a semejantes horas y un día tan señalado!). Los padres íbamos con el rostro desencajado, pero manteniendo el tipo, hablándole con suavidad a Patricia. Mi camisa de seda gris estaba ensangrentada, la niña no paraba de llorar, y el enfermero que me recibió nos puso cara de... pena. Un tipo de lo más amable. Llamó al pediatra que suponemos estaba tomando las uvas en su casa (pobre hombre), y mientras tanto, le echó un vistazo a la mocosa. El diente permanecía en la boca pero completamente desplazado hacia atrás.
Fuimos a la sala de espera de pediatría, donde una mesa de juguetes obró el milagro, Patricia dejó de llorar, y se puso a jugar como si el asunto no fuera con ella. Su padre y yo, con los ojos como platos, viendo como corría, contaba a los Winnie de Pooh y sus amigos (está como adorno en infinitas repeticiones en el papel de las paredes de la la sección infantil), se subía a las sillas y no paraba de reír, doce menos cinco aproximadamente. Pensé, que el pediatra me iba a tomar por una perturbada, pero luego me miré el lamparón de sangre, y llegué a la convicción de que no creerían que era una primeriza histérica. A las doce nos miramos, cogimos a la niña en brazos y le dimos doce besos, uno por cada campanada que sonaba en nuestra cabeza. Nos dimos cuenta de que no teníamos la tarjeta sanitaria, así que el papá de la criatura se fue a casa para cogerla. Instantes después llegaba el pediatra enchaquetado, mucho antes de lo que yo pensaba, Pobre hombre, vendría con las uvas atravesadas. Entramos en la consulta, y como pudo la examinó. A los dos o tres minutos entra Segun en la habitación... con los nervios se le habían olvidado las llaves, y no pudo entrar en casa. El pediatra nos dijo que eso daba lo mismo, que la trajésemos al día siguiente. Al final, Patricia no se rompió el diente, se lo desplazó bastante hacia atrás. El doctor nos dijo que posiblemente se le pondría negro, pero de momento no ha sido así, y puede que ya no lo haga. También nos dijo que no había problema alguno, y que cuando le salgan los dientes definitivos, lo harán con normalidad.

Volvimos con el susto y el disgusto todavía en el cuerpo, y tomamos las uvas con nuestros amigos canarios. A la una. Yo tomé once uvas y media, porque le dí un trocito a Patricia que quería probarlas.
El viernes, nos recibió el dentista aunque no tenía consulta, y nos confirmó el diagnóstico previo del pediatra.
Ya nos hemos acostumbrado a su nueva sonrisa, algo más pícara, más sinvergonzona, muy de Patricia. Una nueva imagen, que nos ha costado un dolor de cabeza de veinticuatro horas de reloj, un disgusto considerable, y una visitas médicas inesperadas. Ella está acostumbrándose, se nota rara, pasa la lengua por la boca con frecuencia, y de tanto en tanto dice que tiene "daño". Estoy contenta, hoy ha vuelto a posar para las fotos sonriendo, porque estos días atrás no quería enseñar los dientes. La foto que nos ilustra es de su sonrisa más reciente, calentita del día de Reyes, y es que lo que no consigan los Reyes Magos no lo logra nadie. Pero eso, merece otra entrada.
FELIZ AÑO NUEVO A TODOS con retraso.
PD. Los Reyes le han traído a las gemelas (entre otras cosas), un kit médico, con su estetoscopio, sus recetas, jeringuillas y unas maravillosas....gafas. Está tomándose una inyección de jarabe imaginario. Miradla y decidme que os parece

10 comentarios:

muermi king dijo...

Menudo fin de año!! Eso sí, lo de los doce besos en vez de las doce uvas me ha parecido entrañable a la par que original. Me alegro de que todo haya quedado en un susto y que Patricia vuelva a sonreir de nuevo.

m.eugènia creus-piqué dijo...

Jajajaja, ahora me río por la aventura de Fín de Año pero en aquellos momentos lo debiste pasar fatal,el pediatra se va a acordar de vosotros toda la vida, vaya putadita le hiciste, pobre hombre.Me alegro de que no fuera nada especial, ya sabemos como son los críos, Patricia está monísima y esto quedará como una anécdota más que contar de una noche de Fín de año.

Anita dijo...

Menos mal que todo ha quedado en un susto y gran anécdota de fin y comienzo de año.

Me alegro verla tan contenta con su kit de médico. Quién sabe, a lo mejor se declina por la odontologia ;D

Un muakk risueño como Patricia :D

Antuan dijo...

¡Vaya, que susto! Menos mal que se quedó en sólo susto. Dentro de unos años va a ser la historia recurrente de la Nochevieja. Ya me lo estoy imaginando:

Nietecita: abuela, abuela, ¡cuenta otra vez lo del diente de mamá!
Anabel (ya viejecita): je, je, pues verás, caiño, estábamos todos en nochevieja del 2008...
Patricia (ya mamá): ¡Huy, mamá! No lo vuelvas a contar, por favor, ¡todos los años igual!

Es broma, pero ya veréis, ya... Que Patricia siga sonriendo, está muy guapa y divertida

Un abrazo

Anónimo dijo...

¡Vaya fin de año! Lo recordaréis toda la vida, más vosotros que Patricia creo yo...

Feliz año nuevo.

josé javier dijo...

Anabel, querida, yo soy pediatra y me puedo imaginar la paciencia que tuvo el que os atendío y sin poder hacer nada, sólo tranquilizaros... pero, en fin, gajes del oficio. Un abrazo. J.J.

Anabel Rodríguez dijo...

Bueno, al menos os echáis unas risas. Siempre es un consuelo. El pediatra, y el enfermero, van a ascender a los altares en próximas fechas, y si Patricia me dice alguna vez que quiere ser médico (o cualquier cosa relacionada) la desheredo, palabrita del niño Jesús.
Por cierto, José Javier, no deberías haber dicho que eres pediatra, a partir de ahora, todas las madres de la red te perseguiremos, ¡ja,ja,ja!.
Besos a todos

Anónimo dijo...

me echo a llorar con una facilidad con estas cosas de niños, puf, solo leyéndote

un beso

SabriIsabel dijo...

Gracias por la visita y la oportunidad de conocer estas dos bellezas!!!!!Necesito una Doctora,para cuando tiene un turno???jajaja Besos!!!!!!

monix dijo...

gracias por tu apoyo en un post que estaba un poquito de bajón,...por cierto como me he reido con lo del diente de la niña, pues yo tengo un niño de 3 años Alias "el terremoto" y solo salirle los dientes se partió el del frente. Y lo mismo, corriendo para el hospital, morros hinchados, sangre a borbotones, el gritando, y yo llegué de urgencias con el corazón en la boca, y luego te dicen que no es nada. Y ahora tiene una cara de pillo con ese diente partido. y a ver si me animo a abrir un blog sobre ser madre, pues la verdad hay mucho de que hablar y compartir con otras madres. Un besote