Si existiese el campeonato a la tremendez, y travesura, tendría una campeona asegurada, olímpica para más señas, sería mi pequeña Patricia. Permitidme que os cuente sólo una de sus últimas proezas, la más brillante con diferencia.
La mayor parte de las tardes vamos a la piscina, yo preparo un petate con toallas, pañales de repuesto, muñecos..., y nos dirigimos a darnos un chapuzón, en compañía de mi padre que normalmente, y hasta que "la otra mamma" coja vacaciones, nos lleva en coche. La semana pasada estaba preparando esa bolsa, y durante unos minutos las perdí de vista, no oía gritos, ni llantos, así que yo en mi corto entendimiento (pero corto, corto), pensé que no ocurría nada. ¡Oh misera de mi! ¡Oh infeliz!, cuando llegó el abuelo, y las cogí de la manita para irnos al baño cotidiano, me percaté de que la cara de Patricia brillaba sobremanera, más bien relumbraba, como estas chicas que se embadurnan en purpurina para salir por las noches. Olía a frambuesa, fresa ácida o algo por el estilo. La volví a mirar, y ella me devolvió la sonrisa más cristalina y brillante que podáis imaginar, pero brillante, brillante. Le toqué la cara. Desde luego algo pringoso se había echado, no cabía duda, y no era aceite porque olía bien. Miré por el suelo, y finalmente dí con la causa de semejantes brillos y olorcito; mi vaselina Carmex de Cereza. Había metido su dedito hasta el final del bote, escarbó y se embadurnó toda la cara y hasta el pelo. ¿ Y que hice yo? Morderme el labio, fingir un rapapolvo, y darle una limpieza de urgencia, que mitigó su brillo, fragancia y cierta pastosidad, que no cesó totalmente hasta que horas después pasó bajo la ducha y el jabón. Nos fuimos a la piscina, donde habrá quedado un residuo de vaselina. ¿Es o no una fashion victim mi niña?.
Espero que estéis echando unas risas a mi costa.
La mayor parte de las tardes vamos a la piscina, yo preparo un petate con toallas, pañales de repuesto, muñecos..., y nos dirigimos a darnos un chapuzón, en compañía de mi padre que normalmente, y hasta que "la otra mamma" coja vacaciones, nos lleva en coche. La semana pasada estaba preparando esa bolsa, y durante unos minutos las perdí de vista, no oía gritos, ni llantos, así que yo en mi corto entendimiento (pero corto, corto), pensé que no ocurría nada. ¡Oh misera de mi! ¡Oh infeliz!, cuando llegó el abuelo, y las cogí de la manita para irnos al baño cotidiano, me percaté de que la cara de Patricia brillaba sobremanera, más bien relumbraba, como estas chicas que se embadurnan en purpurina para salir por las noches. Olía a frambuesa, fresa ácida o algo por el estilo. La volví a mirar, y ella me devolvió la sonrisa más cristalina y brillante que podáis imaginar, pero brillante, brillante. Le toqué la cara. Desde luego algo pringoso se había echado, no cabía duda, y no era aceite porque olía bien. Miré por el suelo, y finalmente dí con la causa de semejantes brillos y olorcito; mi vaselina Carmex de Cereza. Había metido su dedito hasta el final del bote, escarbó y se embadurnó toda la cara y hasta el pelo. ¿ Y que hice yo? Morderme el labio, fingir un rapapolvo, y darle una limpieza de urgencia, que mitigó su brillo, fragancia y cierta pastosidad, que no cesó totalmente hasta que horas después pasó bajo la ducha y el jabón. Nos fuimos a la piscina, donde habrá quedado un residuo de vaselina. ¿Es o no una fashion victim mi niña?.
Espero que estéis echando unas risas a mi costa.
4 comentarios:
jajaja...lo tuyo es un no parar con ese par de traviesas...jajaja...lo que no se le ocurre a una se le ocurre a la otra.
Bss brillantes!
yo sí que me he reido. ¿No le hiciste una foto antes de lavarla?
jajaja madre mia , te gastaran tus pinturas.. tus cremas y se pondrán tus zapatos
y a medida que crecen se vuelven más trastos..
Un beso a las tres.
Los niños son un peligro, está claro, y más cuando los perdemos de vista aunque sea por un instante. Pero, qué demonios, son encantadores.
Saludos.
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