No sólo de playa y piscina viven los veraneantes. También de excursiones y actividades más variopintas. Al estar cerca de Ayamonte, aprovechamos para cruzar en transbordador el río Guadiana hasta Vila Real de Santo Antonio, un precioso pueblo portugués dedicado al turismo y como no podía ser menos, a la venta de textiles. Había un ambiente muy agradable, música en las calles, hombres estatuas que asustaron a las niñas y por supuesto, una comida excelente a muy buen precio.
También nos dedicamos un día a recorrer Isla Canela (Punta del Moral) en una especie de troncomovil a pedales, con cuatro plazas. Las niñas cantaban a voz en grito aquello de "Vamos de Paseo ¡pi, pi, pi!, en un coche feo (...)" y nosotros íbamos dando rodillazos en los volantes, porque desde luego no está pensado para padres un poquito altos (Antuan, tú ni lo intentes, salvo que quieras perder las rótulas en el intento). De todas formas, lo pasamos muy bien y ellas estaban deseando repetir experiencia.
Ayamonte tiene en su zona centro multitud de calles pintorestas donde la hostelería se ha hecho dueña. Aunque sólo sea para cruzar en ferry, ver a los animales y pasear un poco, merece la pena visitarlo, es un pueblo muy bonito, sí señor.
Además tuvimos la suerte de que al lado de nuestro apartamento situaron el lugar para poner cine de verano en la playa, así que no lo pensamos, cogimos la esterilla y a ver "Wall-e". Eso sí, terminamos baldados. La próxima vez, al menos los mayores iremos con una sillita.