LA NIÑA POLILLA


Se que he tratado este tema otras veces, tal vez debería crearle pestaña a parte, algo así como, "las gemelas dan la castaña para irse a dormir". Aunque para ser sincera debo decir que, Julia lo lleva bastante bien. Se duerme solita, y aunque despierta unas cuantas de veces a lo largo de la noche, cae mortal enseguida. Pero Patricia, ¡ay Patricia!. Eso es otro cantar. Conseguir que se duerma por las noches es una odisea, casí ,casí ,una tragedia griega. La metemos en la camita, se levanta, viene a la salita, abre la puerta corrediza, y asoma su naricita. La llevamos a la cama, y tratamos de calmarla. Cuando parece que lo conseguimos. Vuelve a la salita. Si no le hacemos caso, retorna a la cama, y la monta para que Julia no se duerma. Salta en su cama, va a la de su hermana, la incordia... la vuelve a liar. Intervenimos. La acostamos, tratamos de tranquilizarla, recurre al chantaje emocional, nosotros hacemos lo mismo. Volvemos a acostarla. Vuelve a levantarse, le reñimos. La llevamos a la cama otra vez, y así una y otra, y otra vez. Así, pueden pasar unas dos horas de reloj. La paciencia la hemos dejado en la primera hora. Al final acabamos los cuatro exhaustos, los papás depres y preguntándonos qué estamos haciendo mal.
La última variación sobre el mismo tema, nos ha hecho reir. Se quita el pijama, tirando de los automáticos (se ve que le da mucho gustito), los calcetines (algunas veces), y se pone al lado de la bombilla de noche que le tenemos puesta y allí se queda, como una polilla atraída por la luz, quietecita, quietecita. Dice "frío, frío", ¡qué te parece! ¡se desnuda, y encima dice que tiene frío! . En fin, tendremos que dar gracías de que todavía no sepa quitarse el body, ni los pañales. Eso sí, hemos cambiado el pijama que le poníamos por otro, en el que no podrá quitarse los automáticos, porque no me parece de recibo alentar el nudismo en invierno con este clima.
¡Ay, cada día una sorpresa!. Hoy parece que va a dormirse sin liarla mucho ¿o estará ejerciendo de polilla?...¡uy, uy, uy!.


*El pijama que lleva en la foto, es uno de los que arranca con facilidad los automáticos, pero ese no lleva calcetines a parte.

SONRISA ENCANTADORA NEMO.




Este fin de semana salimos con las niñas a descubrir la ciudad, además ir, otra vez, al parque de Castelar, recorrimos el puente de Palmas (conocido también como Puente Viejo). Como casi siempre, llevamos la cámara a cuestas y Julia, con la suya (imaginaria) le hizo fotografías a su pez de goma, Nemo. Imitando a sus papás, pedía al muñeco, que le dedicase una "sonrisa encantadora". Y en esa pose la capturamos, en una sesión de fotos de lo más divertida.


LAS UVAS CON RETRASO

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El año lo hemos comenzado a satisfacción plena de las tradiciones gitanas, con eso de que no quieren buenos comienzos para sus hijos. Nosotros no somos de la raza calé, pero tenemos que consolarnos de alguna manera. Os pongo en antecedentes: 31 de diciembre, 11:45 de la noche, casa de mi santa madre y esperando para tomar las uvas, la copita de cava (extremeño, que tengo que hacer patria chica), charla con los sobrinos, alabanzas a la cocinera...
Julia y Patricia, jugando tranquilamente con unos muñequitos. Patricia los ponía a dormir, primero en una silla, luego en otra, luego a otro mueble, y tanto va el cántaro a la fuente..., que la pobre resbaló y fue a dar con la boca en una estantería. Sangre a todo meter, llanto continuo,agudo, no abría la boca. Por fin su padre le abre la boca y dice "a Urgencias" porque parecía que el diente estaba roto. Susto generalizado, ¡que os voy a decir!.
Cogimos a la niña en brazos, nos metimos en el coche, y nos encaminamos a nuestro destino por las calles despobladas, cinco minutos después estábamos en el servicio de urgencias de una clínica. Éramos los únicos en la sala de espera (¡quien va a aparecer por ahí a semejantes horas y un día tan señalado!). Los padres íbamos con el rostro desencajado, pero manteniendo el tipo, hablándole con suavidad a Patricia. Mi camisa de seda gris estaba ensangrentada, la niña no paraba de llorar, y el enfermero que me recibió nos puso cara de... pena. Un tipo de lo más amable. Llamó al pediatra que suponemos estaba tomando las uvas en su casa (pobre hombre), y mientras tanto, le echó un vistazo a la mocosa. El diente permanecía en la boca pero completamente desplazado hacia atrás.
Fuimos a la sala de espera de pediatría, donde una mesa de juguetes obró el milagro, Patricia dejó de llorar, y se puso a jugar como si el asunto no fuera con ella. Su padre y yo, con los ojos como platos, viendo como corría, contaba a los Winnie de Pooh y sus amigos (está como adorno en infinitas repeticiones en el papel de las paredes de la la sección infantil), se subía a las sillas y no paraba de reír, doce menos cinco aproximadamente. Pensé, que el pediatra me iba a tomar por una perturbada, pero luego me miré el lamparón de sangre, y llegué a la convicción de que no creerían que era una primeriza histérica. A las doce nos miramos, cogimos a la niña en brazos y le dimos doce besos, uno por cada campanada que sonaba en nuestra cabeza. Nos dimos cuenta de que no teníamos la tarjeta sanitaria, así que el papá de la criatura se fue a casa para cogerla. Instantes después llegaba el pediatra enchaquetado, mucho antes de lo que yo pensaba, Pobre hombre, vendría con las uvas atravesadas. Entramos en la consulta, y como pudo la examinó. A los dos o tres minutos entra Segun en la habitación... con los nervios se le habían olvidado las llaves, y no pudo entrar en casa. El pediatra nos dijo que eso daba lo mismo, que la trajésemos al día siguiente. Al final, Patricia no se rompió el diente, se lo desplazó bastante hacia atrás. El doctor nos dijo que posiblemente se le pondría negro, pero de momento no ha sido así, y puede que ya no lo haga. También nos dijo que no había problema alguno, y que cuando le salgan los dientes definitivos, lo harán con normalidad.

Volvimos con el susto y el disgusto todavía en el cuerpo, y tomamos las uvas con nuestros amigos canarios. A la una. Yo tomé once uvas y media, porque le dí un trocito a Patricia que quería probarlas.
El viernes, nos recibió el dentista aunque no tenía consulta, y nos confirmó el diagnóstico previo del pediatra.
Ya nos hemos acostumbrado a su nueva sonrisa, algo más pícara, más sinvergonzona, muy de Patricia. Una nueva imagen, que nos ha costado un dolor de cabeza de veinticuatro horas de reloj, un disgusto considerable, y una visitas médicas inesperadas. Ella está acostumbrándose, se nota rara, pasa la lengua por la boca con frecuencia, y de tanto en tanto dice que tiene "daño". Estoy contenta, hoy ha vuelto a posar para las fotos sonriendo, porque estos días atrás no quería enseñar los dientes. La foto que nos ilustra es de su sonrisa más reciente, calentita del día de Reyes, y es que lo que no consigan los Reyes Magos no lo logra nadie. Pero eso, merece otra entrada.
FELIZ AÑO NUEVO A TODOS con retraso.
PD. Los Reyes le han traído a las gemelas (entre otras cosas), un kit médico, con su estetoscopio, sus recetas, jeringuillas y unas maravillosas....gafas. Está tomándose una inyección de jarabe imaginario. Miradla y decidme que os parece