Ayer Julia y Patricia se despertaron de la siesta (breve por otro lado) nos quitaron los zapatos y se los pusieron y asumieron nuestras personalidades. Una era yo y otra su mamá, que se iban a trabajar.
Sobre las malas noches, los días estupendos, los ojos nuevos que los bebés nos prestan
FIN DE SEMANA EN EL EXTRANJERO
Aprovechando esta primavera casi veraniega que se nos adelantó en el calendario, el Sábado estuvimos en el extranjero. Dicho así, suena muy importante, pero en realidad no tiene mucho mérito, porque el extranjero al que nos dirigimos se encuentra a seis kilómetros de Badajoz; Elvas, en Portugal. Un pueblo muy bonito, comercial y típico. Os enseño las fotos:
Julia abraza a Patricia, y posan así para la foto. La tiene "achuchá", "achuchá". No se le escapa.
Julia y Patricia, a punto de abandonar la mesa e irse a buscar un niño portugués con el que jugar y fomentar las relaciones con Portugal.
Los zumos se suben a la cabeza, y las gemelas acaban abrazadas a su "opopo", y tirando de chupe (si se entera el pediatra me aniquila).
Por cierto, el pueblo es muy bonito, merece la pena visitarlo y no sólo para comprar toallas y demás textiles, hay que ver sus murallas, el castillo, probar la cocina típica alentejana, los pasteles típicos portugueses, o si lo preferís podéis optar por el marisco.
LA FRASE MÁS BONITA
Los padres de gemelos, mellizos, trillizos..., nos acostumbramos a que por la calle se nos haga todo tipo de comentarios. Bueno, o te acostumbras, o acabas más cabreado que un mono atado a una rama, porque hay cosas de todo tipo: ¡Que horror! (los que dicen eso suelen ser realmente horrorosos); ¡cuánto trabajo!; están "repes" (no, no lo están, son personas diferentes); dos iguales para hoy (paradigma de la frase "aguda" sobre gemelos)... Así, o desarrollas más paciencia que un santo, o te acabas enfadando cada dos por tres. Pero como quieres achacarle al personal mejor voluntad de la que tú tienes, piensas que lo hacen de "buen rollo", y tiras para delante.
El otro día iba al supermercado sin mis gemelas, y me encontré a una chica que iba conmigo al Instituto, nunca tuvimos amistad, pero es una persona bastante agradable. Ella tiene dos niños, uno de tres años y el otro es un bebé. Sabe que yo tengo dos gemelas, porque hemos coincidido en la piscina, de paseo por Badajoz, y casi siempre las llevo. Cuando nos cruzamos abrió los ojos y me preguntó "¿Dónde vas sin tus alas?", le contesté cualquier tontería, mientras pensaba que esa era posiblemente la cosa más bonita que me habían dicho sobre mis niñas, porque eso es precisamente lo que ellas me han dado, alas para enfrentarme a muchas cosas, para volar con la imaginación otra vez, para levantarme a diario de la cama. Esa es la clave de la cuestión, ellas no son una carga, son mis nuevas y flamantes alas.
¿Dónde voy sin mis alas?, muy cerca eso seguro.
El otro día iba al supermercado sin mis gemelas, y me encontré a una chica que iba conmigo al Instituto, nunca tuvimos amistad, pero es una persona bastante agradable. Ella tiene dos niños, uno de tres años y el otro es un bebé. Sabe que yo tengo dos gemelas, porque hemos coincidido en la piscina, de paseo por Badajoz, y casi siempre las llevo. Cuando nos cruzamos abrió los ojos y me preguntó "¿Dónde vas sin tus alas?", le contesté cualquier tontería, mientras pensaba que esa era posiblemente la cosa más bonita que me habían dicho sobre mis niñas, porque eso es precisamente lo que ellas me han dado, alas para enfrentarme a muchas cosas, para volar con la imaginación otra vez, para levantarme a diario de la cama. Esa es la clave de la cuestión, ellas no son una carga, son mis nuevas y flamantes alas.
¿Dónde voy sin mis alas?, muy cerca eso seguro.
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