UNA CIERTA TRISTEZA


A fuerza de ser honesta debo reconocer que ayer, a eso de las cinco de la tarde me sentí triste. Mirando a las niñas, pensé que es muy probable que nunca mas tenga entre mis brazos un bebe propio, alguien a quien acunar, a quien cuidar como lo hago con ellas, y una punzada de tristeza me sacudió. Quien lea esto podría pensar ; "bueno hija, pues si no tienes más bebés es porque no quieres". ¡ojala fuera tan fácil!.


Debo poner de manifiesto que, para mi, es un avance extraordinario, la posibilidad de decidir tener hijos, cuando y cuantos traer a este mundo. No solo para las mujeres, sino para cualquier hombre, que desee ejercer la paternidad de un modo responsable. Cuando alguien de una forma responsable decide echarse para adelante en este "negocio" de la crianza de niños, se encara con otra alegría cualquiera de las tribulaciones a las que la paternidad/maternidad nos expone diariamente. Las malas noches, las "operaciones fruta", los baños en los que todos acabamos pasados por agua, los llantos incomprensibles, los pequeños golpes.... todo, todo, se afronta de otra manera.


Mi marido y yo decidimos hace ya más de un año, tener un bebé, y resulto que en vez de uno nos encontramos con dos... No hay problema, todos tenemos cabida y apoyo, y la alegría que te dan triplica el trabajo que haces. Además cada vez que me miran con esos ojos, no sé lo que daría por parar el tiempo un rato, para que nada me las robe.


Por eso ayer me sentí, rara al pensar que por cuestiones económicas, laborales, de espacio, y todas estas asquerosidades materialistas, puede que nunca mas tenga una carita tan preciosa frente a mi...


No creo que pueda resignarme...

VACACIONES

¡POR FIN!, ¡NOS VAMOS LOS CUATRO DE VACACIONES!.
De momento nadie está malito (me daba pánico que se pusieran enfermitas ahora, yo me voy de vacaciones, aunque fuera reptando como las culebras), las maletas están casi preparadas, nos queda lavar el coche, y el lunes nos apretamos, y echamos a correr a la playa. El destino no es muy exótico, pero merece la pena salir de casa. Las niñas van a conocer el mar, y nosotros vamos a disfrutar de ellas.
Estoy que no quepo en mi de gozo.