TRES MOMENTOS ANTOLÓGICOS

I

El peor insulto que les puedes decir a Julia o Patricia es "Mala". Si alguien se lo dice, se enfadan muchísimo o se echan a llorar sin consuelo, ante tamaña injusticia. Y eso fue lo que una niña le dijo a Patricia un día en el parque sin venir a cuento (yo creo que la muchachita quería jugar con ella y Patricia estaba enredando y no le hacía mucho caso). Cuando la oí, supe la que se le venía encima. Patricia se da media vuelta con los brazos en jarras, se va deprisa hacia la nena y yo temí que se produjese una versión infantil del rosario de la aurora, en la que yo era madre de dos de los contendientes, porque Julia también se estaba acercando peligrosamente en defensa de su sacrosanta hermana. La ofendida, frenó a un metro escaso de la niña y dijo en voz muy alta:
- ¿Tú me has dicho mala? Yo no soy mala niña. Yo soy muy buena. A mi me quiere todo el mundo.- tras lo cual se dio la vuelta continuó jugando, y a pesar de que la niña continuó con esos intentos hostiles de crear amistad, Patricia la ignoró. Sus padres no sabíamos de donde había sacado semejante razonamiento, pero nos encantó.

II

Conversación entre Julia y su abuelo Fernando un fin de semana que fuimos a comer:
- Julia, ¿Quieres migas? - No abuelo, no me gustan las hormigas, gracias. Será de las pocas cosas que no le gustan.

III

Estaba una tarde doblando ropa de espaldas a ellas y oí una voz infantil que decía;
- Mama, ¿me das agua?. -¿Quien me ha dicho eso?-pregunté, para saber a quien darle el vaso.
- La que quiere agua.

Es que no te enteras de nada mamá.


DE PASEO POR CÁCERES


A finales de octubre, para ser más concretos, el último fin de semana, estuvimos en Cáceres. Julia y Patricia estaban entusiasmadas, porque iban a ver muchos castillos, y claro, para dos princesas es fundamental recorrer castillos y adueñarse de ellos.
Subimos a la Torre de Bujaco, desde la que se ve una perspectiva muy bonita de la Plaza Mayor, y gran parte de los tejados de la parte antigua. El "skyline" de Cáceres medieval, podríamos decir. Allí Patricia tomo posesión de la ciudad. Fuimos a la Plaza de la Concatedral, donde un chico cantaba flamenco y tocaba la guitarra con un arte tremendo. Fue increíble como con la fuerza de su voz y su guitarra se llenaba de música un espacio tan amplio. Maravillas de las acústica, supongo.
Después fuimos a la Plaza de San Jorge, donde compramos dos cigüeñas de peluche, recuerdo de Cáceres. Decididos a escalar un poco más, subimos hasta la Plaza la de las Veletas donde se acababa de celebrar una boda, en la que se colaron para coger todo el confeti que pudieron.
Además de confeti, se hicieron con el setenta por ciento de la suciedad de la parte antigua de Cáceres, que trajeron a Badajoz , pegado a sus pantalones y camiseta rosita del hombre de galleta. Vamos que en tres minutos estaban negras como tragantes, aunque no se aprecie en las fotos. Comimos en un restaurante italiano, y se portaron... bueno, se portaron que es bastante.
Al coincidir con un puente en muchas comunidades, la ciudad estaba llena de turistas sentados en terrazas, recorriendo la ciudad, visitando exposiciones, fotografiando los rincones más curiosos. Y es que Cáceres está vistiéndose de lujo (como si le hiciera falta) para que le concedan la capitalidad cultural de Europa en 2016, y es necesario apoyarlos.
El tiempo fue tan bueno, que las niñas se tomaron un helado de chocolate... sí, es cierto, acabó impregnado en la ropa y en las gafas de Julia. ¿qué esperabais?. A que dicho ahora, diez días después, con la que está cayendo, parece mentira ¿eh?. Pues a los incrédulos les aporto prueba gráfica demostrativa.

Aunque no pudimos visitar ninguna exposición, por motivos obvios (a ver quien las pone a ver cuadros), hicimos un recorrido muy divertido y ellas lo pasaron muy bien. Esta experiencia ha supuesto un acicate para que nos animemos a realizar nuevas excursiones a sitios que estén cerca. Quien sabe, puede que la próxima vez nos apoderemos de Mérida.

PD. Sí, la señora del pelo corto y liso soy yo (mi madre no me reconoció en las fotos). El día antes acudí a cortarme las greñas y me alisaron, ahora soy propietaria de un look entre Bisbal y las Meninas... pero al menos estoy cómoda.